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Eduardo Salanova: cuando un libro puede marcar tu vocación

Eduardo Salanova: cuando un libro puede marcar tu vocación

Eduardo Salanova: cuando un libro puede marcar tu vocación

Algo debe de tener la cocina que atrapa y apasiona. Solo así se explica que Eduardo Salanova, después de licenciarse en Derecho volviera a las aulas, esta vez a las de la Escuela de Hostelería San Lorenzo para cambiar el rumbo de su vida para siempre.

Y desde entonces hasta que en 2015 se puso al frente de la cocina de la Venta del Sotón y Espacio N con Ana Acín y juntos hayan logrado una de las 4 Estrellas Michelín de la provincia.

De su cocina se destaca que es creativa y técnica pero sabiendo mirar al pasado. Y esto, una de las claves de su éxito, es gracias a su abuela Angelines.

Pero esta no es la típica historia de la abuela que cocina maravillosamente de forma tradicional con recetas familiares que pasan de generación en generación. No. De hecho, la abuela de Eduardo reconocía que cuando era joven cocinaba muy mal y que prácticamente no sabía hacerlo porque nadie le había enseñado.

Pero el destino llevó a Angelines, su marido y sus dos hijas a vivir una temporada en una zona que entonces estaba muy aislada en Espierba -aldea perteneciente a Bielsa- y posteriormente a criarlas en solitario porque el abuelo de Eduardo tuvo que exiliarse después de la guerra civil. En ese contexto no le quedó más remedio que aprender a cocinar para sus dos hijas.

Para ello se valió del libro “La cocina de Ellas” de Teodoro Bardají -uno de los máximos exponentes de la cocina altoaragonesa en toda la historia- publicado en 1935 y que recogía las recetas que había publicado en el semanario Ellas. Con este libro aprendió a cocinar y así, el menú diario en casa de Angelines consistía en las recetas recogidas en el libro.

Con el paso de los años, el libro de Bardají se llenó de comentarios, correcciones y apuntes de la abuela, y suponemos que ahora también con los del propio Eduardo, ya que Angelines, al ver la pasión que sentía su nieto por la cocina, se lo regaló cuando este tenía 19 años.

Mientras la mayoría de los chavales de su edad que también querían ser cocineros se empapaban de las recetas de los grandes contemporáneos, Eduardo recorría de nuevo el camino de su abuela y aprendía de recetas editadas antes de 1935 por este gran erudito.

Dicen que para innovar en la gastronomía hay que conocer, respetar y mirar al pasado. Y debe de ser verdad porque del trabajo de Eduardo Salanova dice la Guía Michelín que “nos conquista con una cocina creativa y técnica que sabe mirar hacia atrás, actualizando y en ocasiones reinventando el rico legado culinario aragonés a través de un menú-degustación sorpresa”

La cocina es pasión, pero como vemos también estudio, historia, trabajo y por qué no, una pizca de casualidad.

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